Anécdota compartida por un exservidor público del entonces Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal hoy Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (TSJCDMX):
Corría el inicio de la década de los ochenta, me encontraba apoyando en una audiencia en el Juzgado donde trabajaba, en ella intervenían entre otras personas, una pareja conformada de un hombre y una mujer, ambos de extracto humilde y de origen campesino.
Me correspondía como apoyo, recabar las firmas del acta levantada en la audiencia, y en caso de que no supieran o pudieran firmar obtener su huella digital en el documento. Entonces llamé a la pareja, le pedí al hombre que firmara, y me dijo: “no sé firmar”, reaccioné diciendo: “y la huella”; él volteando a ver a la mujer, me respondió: “no, la güeya tampoco sabe firmar”.